Los que me conocen, saben que me gusta decir "la vida me sonríe"; esos mismos que me conocen, bien saben que no siempre ha sido así. Hay cosas que me han hecho perder en algún tiempo la alegría y la paz.
Pensaba en las muchas situaciones que hoy pueden quitarnos esa alegría, la enfermedad de un ser querido, la partida de alguno de los nuestros, una separación, el quedarse sin empleo, las dudas fuertes que nos atraviesan, la falta de sentido, los propios pasos mal dados... Y algo me hizo volver a escuchar dentro la pregunta que surgió dentro con el Evangelio del domingo pasado: ¿en qué tenemos puesta nuestra seguridad? ¿En donde está el centro de nuestra esperanza y nuestra alegría?
Hablaba con algunos en estos días, que este tiempo de fin de año, es ya tiempo que se prepara al balance y a la revisón de ciertas cosas; decía "cuántas cosas para dar gracias"; y alguien se metió debajo de la mesa y adiviné un grito silencioso que decía "que este año se termine de una vez". No resulta fácil pensar y sentir la alegría como llamado y vocación del cristiano en medio de situaciones difíciles y dolorosas. Pero empiezo a intuír, que en la medida en que dejamos de luchar con la historia y aceptamos lo que nos pasa, hoy...aquí...y ahora...; una serena alegría (aún a pesar de los acontecimientos que puedan no ser favorables) empieza a tener morada en nosotros.
No es la alegría de los buenos tiempos, sino la alegría del que cree en una promesa y espera confiado: "Les daré una alegría que nadie les podrá quitar".
Señor, renueva mi espíritu
y dibuja en mi rostro
sonrisas de gozo por la riqueza de tu bendición.
Que mis ojos sonrían diariamente
por el cuidado y compañerismo
de mi familia y de mi comunidad.
Que mi corazón sonría diariamente
por las alegrías y dolores que compartimos.
Que mi boca sonría diariamente
Que mi boca sonría diariamente
con la alegría y regocijo de tus trabajos.
Que mi rostro dé testimonio diariamente
de la alegría que tú me brindas.
Gracias por este regalo de mi sonrisa, Señor.
Amén.-Madre Teresa de Calcuta
Gracias por este regalo de mi sonrisa, Señor.
Amén.-Madre Teresa de Calcuta
Que la vida les sonría!!!
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