martes, 27 de enero de 2009

A orillas de uno mismo...




Estoy parado a orillas de mi mismo
descanso el corazón para seguir,
los paisajes que me envuelven son distintos
puede ser quizás, que algo ha cambiado en mí




Espejo hecho quietudes y silencios
sentirme acompañada en soledad
la ruta que me espera es para adentro
peregrinando en viaje a mi verdad.



SER, ESTAR, CRECER, SOÑAR,

LUCHAR, SENTIR, CREER, VIVIR.

(Solo unas imagenes de estos días que me ayuden a traer la paz de aquel lugar; y un canto que está sin terminar. Para los que pidieron fotos, aquí una muestra)

sábado, 17 de enero de 2009

El EsCulToR de la TerNurA...


Nace un sueño. No sé exactamente donde, si en corazón o cabeza. Quizás todo esté comprometido en él.

Es proyecto, es esbozo, es promesa. Es sin ser aún. Como las cosas que se van gestando suaves, profundas, auténticas, vitales.

Imagino emociones, cálculos de tiempos, esfuerzos, medidas, y carácter . Imagino detalles en la elección de herramientas. Puedo ver con que calma comienza el movimiento y la arcilla se entrega al juego de sus manos. Manos y arcilla, fusionados entonces en mágico equilibrio, van creando señales de amores y alegrías, de esperas y perdones, de miedos y promesas. Parece que el inerte amasijo de arcilla, de pronto cobra vida. Las expresiones rozan lo increíble, no hay mirada de barro que pudiera ser más honda, que pudiera llegar tan dentro al corazón que mira. Hay tiempo invertido, y hay entrega. Hay desafío, hay espera. La pieza ya está lista a ojos inexpertos. Parece terminada. Pero es frágil aún para la misión que le espera. Y entonces continúa. Sobre el modelado de arcilla, varias capas de yeso se empeñan en no dejar rastro alguno de rasgos y detalles. Tosco y grueso, cumpliendo su misión. Y ya sin evidencia de las formas modeladas, el tiempo es clave como tantas veces, para que sea efectivo lo que sigue. El yeso endurecido. Para la pieza de arcilla, es el final. Es necesario su sacrificio en la mira del fin último. El escultor lo sabe. Los sueños modelados, las formas encontradas se irán por un tiempo. El yeso, en la cadena, cobra protagonismo. Su lugar ahora es importante. Ha sido dócil para dejarse formar, y eso lo hace indispensable en el proceso. Momentos antes: tosco y grueso, ahora: delicado y preciso. Toma consistencia y se vuelve capaz de contener, se vuelve molde, se vuelve guía. Pero también está de paso. Aporta lo suyo y se desprende. Con cemento se van llenando los espacios, los huecos en el yeso.
Otra vez la espera. Han valido la pena el esfuerzo, alguna pérdida, los costos, la paciencia; todo puesto al servicio.

Ahora sí contemplo. Lo que encuentro es gesto, rasgo, ademán de TERNURA.
El Escultor, ya saben, su nombre es con Mayúscula.
La herramienta en sus manos: Alejandro Santana (en este caso.)

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He tenido el regalo inmenso de volver a estar en el Vía Christi, en Junín de los Andes. Ya he compartido fotos por acá alguna vez.

Es bellísimo, como obra artística -objetivamente hablando- pero mucho más bello como lugar en donde Dios mismo se refleja en TERNURA. El Dios de la Navidad, el vulnerable y débil, en este camino se vuelve un derroche de Ternura y de sonrisa.

Como si fuera poco regalo, un plus: conocer y charlar con quien es en esta obra la herramienta principal, el arquitecto Alejandro Santana; poder ver el trabajo en el taller, de las otras personas que trabajan en esto. Conocer el proceso. Esto me dejó pensando. Sabés? La pieza modelada en arcilla se recicla, se desarma, se sacrifica en pos de la obra final. Sirve para hacer el molde y listo.

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Mientras tanto, pienso: ¿Qué cosas tendría que reciclar, sacrificar, dejar morir en mí, en vista del final de obra/misión?



Un recorte de la escultura "Jesús y los niños".

Continuará...

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