lunes, 22 de febrero de 2010

PAZ

...y entonces, algo se abre dentro, y uno queda felizmente sorprendido. Y lo que era  muralla inquebrantable, una  defensa fuerte e implacable contra las heridas, se disuelve ante nosotros como polvo, como nada.
Livianos y suaves se desploman los muros levantados de miedos y rencores, de angustias y culpas, de intransigencias y desesperadas búsquedas de justicia que nada o poco tienen que ver con la Justicia. Ya no sirve todo esto. Uno advierte que no tienen sustento, que no tienen ya razón de ser.

Y uno asume que ha pasado demasiado tiempo y demasiado dolor. Que en medio ha habido tanta limitación, tanta ceguera, tanto corazón encadenado, y fundiendose en tristezas para abajo, lo más abajo que pudiera llegarse...y más.

Y uno comprende. No sé cómo, pero pasa. Lo que uno no podía ver, sentir, creer apenas un momento antes, de pronto se abre limpio y claro delante de los ojos, del alma, del corazón.

Y el corazón empieza a liberarse, se aliviana, se ablanda, festeja, se agita, DESPIERTA. Y de ahí a los ojos, en un solo impulso, brota una nueva, serena, y feliz manera de mirar.

Y uno recuerda. Mira dentro. Mira lejos, atrás. Mira alrededor. Y uno recuerda. Y ese recorrido a ojos cerrados del camino, de las personas, de las vivencias, de los dolores, de las experiencias de muerte y desazón, de los pozos hondos y secos... ponen en evidencia feliz e inevitablemente lugares, palabras, hermanos/amigos acompañando, horas de cuidado y escucha, presencias sanadoras y vitales, tanto amor.

Y uno se reconcilia con la historia. Puede volver a sonreír recordando que aquellos por los que alguna vez sentimos dolor y desilusión, en otro tiempo nos regalaron cosas buenas, y en lo profundo agradece por esas presencias, por lo compartido, por lo que han querido regalarnos desde sus mejores intenciones. Porque eso fue verdad también. Y se esperanza al creer que, aquellos a quienes uno mismo ha lastimado, podrán recordar alguna vez los buenos tiempos. Y reconocer entre todo lo vivido, lo bueno que hayamos podido dar.

Y uno se descubre mirado. Mirado en lo que averguenza, mirado especialmente allí. Mirado al descubierto. Mirado en lo que quisiera ocultar. Mirado en todo lo que uno ES. Mirado en la propia verdad. Mirado y amado. En esa desnudez, en lo más vulnerable y frágil de uno mismo,  llega contundente la revelación de una verdad que tiene igual fuerza que el latido primero, o la primera bocanada de aire que recibe al nacer. Uno se deja abrazar en la constatación de que TODO es REGALO, tan gratis como el llamado a la vida. Y el manantial inagotable se hace regalo y promesa: "ya no más sed".

Y el llamado se reedita. Alguien viene a llamarnos por nuestro nombre, a devolvernos con su aliento a la vida, a obligarnos a "mirar", a despegar la vista del suelo, a levantar la mirada. Y nos gana el Amor. Y ahora uno llora con lágrimas distintas, se sabe FELIZ, y se pregunta queriendo encontrar razones "¿qué hizo uno para merecer perdón, amor, piedad...?", y la única respuesta (como si fuera poco) es un abrazo interminable y amante y un susurro al oído: "TE QUiERO porque sí".




Y con el corazón des-blindado, sabiendose sostenido, liberado, amado así; a uno se le regala el poder perdonarse y dar perdón.
Y bastan tres palabras nomás para compartir un regalo de lo Alto: "QUE TENGAS PAZ".

Y la PAZ se abre como puente.
Es regalo.
Regalo que agradezco con todo el corazón.

sábado, 6 de febrero de 2010

ESPEJO


Casi sobria de penas y prehistorias,
incauta a mi manera
aunque sobren resguardos,
me acerco.

Y se hace la luz mientras la búsqueda,
mientras me invento interrogantes a mí misma.
Sé algunas respuestas y las digo.

...al fin parece que aparecen las palabras.






viernes, 5 de febrero de 2010

BREVE.

"...cuando el Absoluto está en su lugar, lo relativo se hace tan relativo que en lo más hondo de nuestro interior, nada se muda aunque haya remolinos en la superficie...Cuando uno ha arraigado en Dios, el resto de las cosas por importantes que sean, siguen siendo eso, resto. Y el humor recupera sus derechos..."

(de una carta del Cardenal Suenens al Rey Balduino de Bélgica)


Pero también hay noches con estrellas...


"...Pero también hay noches
con estrellas,
con luna llena,
con la luz de una casa en la distancia,
y silencios que son pacíficos y reflexivos.
El ruido de un gorrión
en una enorme iglesia vacía
cuando mi corazón quiere cantar de júbilo,
cuando siento que no estoy solo,
cuando estoy esperando amigos
o recuerdo un par de palabras
de un poema que leí hace poco,
cuando me perdí en un avemaría.
O la lúgubre voz de un salmo cuando yo soy yo
y tú eres tú,
cuando no nos tememos mutuamente,
cuando le dejamos todas las palabras al ángel
que nos trajo el silencio
y la paz."


Henri Nouwen
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