jueves, 12 de febrero de 2015

de DAR y RECIBIR...


Reviso mi propia formación, y noto que mis educadores han puesto mucho más acento en la lección "aprender a dar", que en la de "aprender a recibir". 
El compartir teniendo en cuenta una sola dirección, posicionados desde el lugar de quien da a un otro que recibe, no parece ser esencialmente compartir.


Hace unos días fui invitada a una lección de lujo en este sentido:  un "otro" (varios en realidad) que da "todo lo que tiene", y esto es unas tortas fritas amasadas con las propias manos, una pelera que tenía destino para un caballo y ahora se vuelve regalo, un tiempo que es "oro" porque hay que entregar artesanías y se acaban los plazos, un chivito, una plegaria nacida de lo hondo del corazón, y tanto más...  


Todo lo que tiene. Ni lo que le sobra, ni lo que no necesita, ni lo que no le gusta. TODO LO QUE TIENE en algunos casos en el sentido más literal.

Y ahí está uno del otro lado, debatiendo en su cabeza si merece, si corresponde tomar aquello, envuelto en no sé que clase de pudor por estar apropiándose de algo que para el otro parece imprescindible y para uno, quizás ni siquiera sea necesario.

Aprender a recibir es un arte en el que no nos hemos educado lo suficiente. Anunciamos igualdad, pero qué difícil se nos hace pararnos desde el lugar de quién recibe, de quién acepta gratuitamente y porque sí el don del otro, de quién se vacía las manos y el alma para solo agradecer, sin ningún otro planteo o cuestionamiento, lo recibido. No merecemos ni dejamos de merecer, no vamos a devolverle probablemente nada que se compare a ese gesto ni tendríamos que estar pensando en hacerlo. Es gratis, regalo, ofrenda.


Nos queda celebrar y recibir con alegría lo que se nos da -como alguien me dijo hace unos días: con el corazón en la mano-, y honrar ese gesto tan bonito de cariño y de entrega. Ahora somos más hermanos, somos recibidos o acogemos, a veces damos y a veces abrimos manos y corazón para recibir, a veces escuchamos y a veces tenemos algo para decir...

Experiencia de cielo, de familia, escuela para aprender a amar de verdad...¡fiesta de la vida!



domingo, 8 de febrero de 2015

Tesoros del camino: aprender a mirar.


Ella me pide que le haga un dibujo de una casa. Tomo las fibras, el papel en blanco y dibujo casi de memoria la casa que se representa en mi cabeza. Le hago debajo "pastito" para que no quede en el aire: una línea apenas zigzagueante a ambos lados de "mi" casa. 
Ella recibe el dibujo, lo mira, lo agradece, y sin mediar más palabras toma la fibra y une en una curva hacia arriba los dos extremos del "pastito", dejando ver por detrás y por encima de la casa, una montaña perfecta. 
-Ahora sí! dice para ella misma. 
-Ahora sí! mascullo en voz baja, también para mí misma. 

Hasta aquí la escena de hace unos días atrás al principio de la experiencia de misión. 
Es de esas lecciones mínimas que se nos aparecen a la vuelta del camino y que nos regalan luz. Esta pequeña maestra de no más de 12 años, me enseñó a MIRAR. 
Estábamos rodeados de montañas y yo no las estaba viendo, no estaba siendo capaz de mirar con novedad y re-crear lo que traía dentro. Fui a lo más fácil, a lo mío, a lo que de memoria y con seguridad podía responder inmediatamente. 

¡Y su modo callado de completar mi obra! Solo hizo "lo que tenía que hacer". Y nada más. Calladamente, sin alardes, sin hacerme ver que me faltaba algo. 

Gracias Señor por los tesoros escondidos en el camino. Te pido que nos ayudes a mirar con ojos nuevos, que nos saques de las seguridades y de los lugares interiores en los que a veces nos instalamos; que seamos capaces de aportar lo nuestro sin necesidad de aplausos ni recompensas; que hagamos nuestra parte calladamente, aunque nadie lo note. 




viernes, 6 de febrero de 2015

Misión III - si estás entre volver y no volver...



Volviendo o yéndome. 
Tienen en común que "me dicen" en movimiento, pero no tengo por seguro cuál es el punto de salida para este momento. Parte de mí regresó a mi casa (en el caso de que fuera VOLVIENDO), mis cosas, mi trabajo, el cotidiano que era antes de la misión. El resto de mí, no vuelve todavía. 
Si se tratara de YÉNDOME debería decir que solo ha partido a mi ciudad mi corporeidad, y que mente y corazón todavía se "alojan" en Junín de los Andes y alrededores.

Todo el tiempo me descubro haciendo referencia a lo vivido estos días, desde lo más trivial como la comida o el aseo, hasta lo más especial como los momentos de encuentro con la gente, o de oración en la comunidad de misioneros, pasando por todos los matices de emociones, compartidas, tiempos, etc. 

Cada minuto trae consigo un recuerdo, un nombre, una expresión, un gesto ("según vo'", "daaale?!", "que hermooooso", "cocino para uno", "aaaa la fresca", "Qué!??", "oh sí sí claro que sí, por supuesto que sí", "asientito"... regalo intra grupo que me permito).

Algo en mí cambió. 
Mi amigo desde lejos me hace ver que no tengo que dejar Junín, que puedo -y de hecho creo que lo estaría haciendo- llevarlo en mí, en el alma, dentro. Ahora pienso que la misión y este lugar que para mí es tan especial son muchísimo más que una anécdota,o un tiempo compartido,o la posibilidad de conocer a otros deseando lo mismo.  


Si Junín queda dentro se resuelve el dilema: ni volviendo ni yéndome. Ya es parte de mí. Cada encuentro con otro, en donde Dios nos ha hablado al corazón -a todos- se vuelve un santuario en el alma donde poder descansar-se, rezar, silenciar los ruidos, sentirse en casa una y otra vez, y encontrarse aún en la distancia con cada persona-clamor-mirada que en estos días nos hicieron ver la vida con ojos despejados, mirada nueva, corazón templado para recibir, para darse, para el encuentro.

Entonces, la misión se vuelve réplica en cada vivencia que ahora tenemos entre manos: nuestro trabajo, ocupaciones, las personas que ahora nos rodean, los afectos, el modo de rezar, la disponibilidad de tiempos, la austeridad con la que podemos vivir, la atención con la que escuchamos a quien se nos acerca.

Ahora empiezo a sentirme "en casa" de un modo nuevo. Y misionera también de un modo distinto.

Ni volver ni no volver: SER y ESTAR enter@ donde se esté. DENTRO es el lugar en donde todo va re-construyéndose, haciéndose nuevo, invitándonos a vivir una vida que valga la pena ser vivida para nosotros y para los demás. No para quedarnos encerrados en nosotros mismos, ni añorando nada, sino para ser verdaderos testigos del Resucitado..

"¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!" - Evangeli Gaudium

miércoles, 4 de febrero de 2015

Misión - Parte II


 "La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme." - Evangelii gaudium

Todavía con el corazón entibiado y encendido por la hermosísima experiencia de Misión en la Comunidad Mapuche Linares (muy cerca de Junín de los Andes), parece que las palabras no alcanzaran para "contar" algo de lo vivido, se quedan chiquitas, se vuelven pobres; y así y todo quiero hacer el intento de dejar huella escrita.

A algunos más cercanos ya les he ido compartiendo el sentimiento de plenitud que se me "pegó" al alma en estos días. Me pregunto qué es lo que hizo que este sentir me invada por completo; y es que presiento que ahí está, o muy cerca al menos, el secreto de la felicidad. 

Uno entiende entonces que no hay modo de repetir fórmulas ni caminos. Comprende que ha sido llevado a un lugar -momento, encuentros, personas, situaciones- que no va a volver a repetirse así como fue, y que aquello ha sido un regalo infinito que quedará marcado a fuego en el corazón por toda la eternidad. 

Ahora, volviendo al camino, a la vida cotidiana, a la propia casa, descubre que aunque hubiera querido "hacer tres carpas" allí y quedarse degustando todavía más esta experiencia de plenitud, y aunque la memoria nos recuerde con un poco de nostalgia "que bien estábamos allí", hay que regresar. Imposible regresar siendo el mismo. Se regresa nuevo, se regresa siendo un poco "otro".


Cuando se ha sido bienvenido y recibido en el corazón del pueblo, y cuando se ha hecho esta experiencia desde lo hondo del propio corazón, difícilmente pueda ya arrancarse este nuevo amor. Abrazados por el pueblo, y habiendo sido invitados a "alojar" en ese corazón que abierto de par en par sin restricciones, sin cuidados, con absoluta disponibilidad y alegría se nos ha regalado visitar...¡no hay modo de regresar!

Por hoy, hasta acá. Sea una introducción a tantas cosas que quiero compartir en estos próximos días, porque "no podemos callar lo que hemos visto y oído".

Gracias especiales a cada compañero de Misión: Vani, Lucía, Marcela, Sandra, David, Laguna,Tavo, Emi, Lucho.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...