domingo, 30 de julio de 2017

10 años después..




Vengo con las manos vacías, con palabras cambiadas, con un mirar distinto.Vengo diez años después con otras preguntas, con otras búsquedas, con distintos deseos. Vengo sin estridencias, un poco cargada de ausencias, de distancia. Vengo así, como soy, con las cosas que me ocupan la cabeza y el corazón, porque nunca he sabido "ir y venir" de otros modos. 
Amo las palabras, creo que es uno de los mejores inventos de la  humanidad: las palabras, el lenguaje, la posibilidad de comunicar-se. Algo en ellas me atrapa, me enamora, me seduce, me conquista. Siento que nado en un mar que me pertenece cuando me sumerjo en ellas, cuando dejo que "me digan" algo, cuando intento con lo que puedo, decir algo con ellas, soplarles mi propio aliento y hacer olas de decires que empapen otras orillas; y que la marea vuelva con nuevos ecos.
Las palabras pueden ser puente, abrazo, tierra prometida. Las palabras deben ser verdad, la verdad de ese instante, deben tener ese coraje.Y sino, es mejor no dejarlas salir de uno, enmudecer las mentiras, acallar todo intento de falsedad. 
También amo el silencio. Palabras y silencio. Los necesito y amo a los dos en idéntica medida.

Hay palabras que necesitan tiempo antes de darse a luz, embarazarse de amor y de paciencia,de calma y prudencia, antes de ser dichas. Y entonces sí, cuando llega la hora señalada, el momento justo, nacerse sin más a los cuatro vientos o a los mil.

El blog cumplió diez años y llego tarde a la fiesta. No sé si caiga alguien cada tanto por estos lados. Pienso que ojalá sí, que quien sea que ande por acá se lleve un poco de lo que escribo, que es un poco de mí; y que eso le haga bien. Por mi parte sé que escribir me ha salvado la alegría muchas veces, me ha devuelto a la paz tantas otras, me ha acompañado a vivir. No soy escritora. No soy una gran "pensadora". No soy ni de cerca el paladín de la elocuencia y el buen decir, pero con mi mano extendida prometo y aseguro que todo cuanto escribo me lo dicta el corazón, y son mis propias intuiciones de por dónde y cómo quiero vivir, ecos y señales de mis propios pasos. Nada más que eso, nada menos que eso.

Escribo porque me hace un poco feliz. Y esa es razón suficiente para celebrar y para bienvenirlos a la fiesta. 

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