lunes, 19 de noviembre de 2007

de TiemPos de EsPeraNzA...

Me tomé el día para que la Palabra de ayer que oí en la misa, fuera entrando como esa lluviecita finita que te va mojando casi sin que te des cuenta. Digo, me tomé el día, porque el impulso ayer era escribir rápido lo que me había resonado dentro, y era tanto que estaba como aturdida (je). Y entonces, haciendo un gran manejo de mi ansiedad (ejem...todo un logro) me aguanté hasta hoy, y dejé que ayer hablara Manuel desde su Blog vecino.
Todo en este tiempo nos habla de "esperas-esperanzas". Y pensaba que, es justo en este tiempo, donde uno ya está cansado, agobiado por muchas cosas que salen al paso o que va tocando afrontar. Muchos nos reconocemos cansados simplemente por el trajin diario, las corridas, las preocupaciones propias y ajenas; algunos otros, desanimados y desalentados.

Pero ayer todo en las lecturas fue invitación a confiar, a no desanimarse, a seguir "esperando mientras construimos", a apoyar nuestra vida y nuestra esperanza, no en cosas pasajeras (aún aquellas que pueden ser muy válidas) sino en Él.

"Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación"


Que Dios nos regale la gracia de aprender a esperar y confiar; y de ser optimistas frente a las muchas cosas que nos sacuden y amenazan quitarnos paz y alegría. Seguimos caminando y "vamos por más".


"El fruto de la esperanza"


"... Mientras el optimismo nos hace vivir como si las cosas fueran a arreglarse pronto, la esperanza nos libera de la necesidad de predecir el futuro y nos permite vivir en el presente, con una confianza profunda en que Dios nunca nos dejará solos, sino que colmará los más profundos deseos de nuestro corazón.
En esta perspectiva, la alegría es el fruto de la esperanza. Cuando tengo una confianza profunda en que Dios está hoy realmente conmigo y me mantiene a salvo en su abrazo divino, guiando a cada uno de mis pasos, puedo liberarme de la ansiosa necesidad de saber cómo será el día de mañana, o qué ocurrirá el mes que viene o el año próximo. Puedo estar enteramente donde estoy y poner mi atención en tantos signos de amor de Dios como encuentro dentro de mí y a mi alrededor.
... Cuando confiamos profundamente en que el día de hoy pertenece al Señor y que el día de mañana está a salvo escondido en el amor de Dios, nuestros rostros pueden relajarse, y podemos devolver la sonrisa a quien nos sonríe."


Henri J.M. Nouwen. Aquí y Ahora. Viviendo en el Espíritu.

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