Hay un modo de estar presente que supera ampliamente el límite de lo tangible o lo visible. Hay una presencia que tiene que ver con otra cosa, quizás con una esencia personal que traspasa las barreras de las distancias, de los lugares, incluso de los tiempos. Una presencia que denota una comunión distinta, que es certeza aunque no se vea ni se pueda "tocar" (como la fe)
Y no estoy tan segura de "de quien depende", solo sé que a veces se da, y que incluso puede darse en la libertad de no ser recíproco.
Sé que hay mil modos de querer ser y estar presente voluntariamente: con gestos, con señales de vida, con un estar en "cuerpo presente"; y sé que no hay voluntad posible que pudiera meternos de prepo en el corazón de otra persona y mucho menos a tiempo completo. Creo que eso es un regalo. Que la otra persona, casi sin proponerselo, habite nuestro corazón y sea siempre bienvenido...es un gran regalo.
Intuyo que este tipo de PRESENCIA es un regalo que viene de lo Alto, como casi todos (o todos).
Hoy doy gracias por ese regalo de su vida en la mía, doy gracias infinitamente por el regalo de su presencia luminosa y feliz en mi corazón, en mi camino y en mi vida.
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