La muerte siempre nos pone de cara a la Vida; nos llena de preguntas necesarias.
Digo que cuando alguien que ha transitado con nosotros algún trecho del camino, llega al final de su vida, algo dentro se pone en movimiento y nos sacude, nos entristece, nos hace volver la vista a todo lo vivido; y al fondo de la tristeza hace nacer lo más genuino que es la mismísima celebración de la vida. Pone en relieve lo mejor, rescata todo lo bueno, sedimenta las fragilidades y límites que el caminar y los vínculos hayan construido, y saca a flote los recuerdos más hermosos, los más vitales, los más nobles. Me hace pensar que lo más esencial del ser es lo BUENO, que ha de ser eso lo más verdadero, que es un regalo de PAZ asirnos a lo mejor que pudimos compartir.
Ojalá no nos distraigamos del ViViR; del vivir bien, con intensidad, con fuerza, con pasión. Que no se nos "gasten" los días, que redescubramos el regalo que se nos hace cada vez que tenemos la posibilidad de despertar. Ojalá nuestro paso, incluso con todo lo que en nosotros hay de sombra y fragilidad, deje una huella feliz en los que caminaron cerca nuestro. Ojalá cuando nos llegue la hora, haya quien celebre nuestra existencia completa, con todo lo que fuimos.
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| A Marcela Segura (en su Pascua) |
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