"-¿Por qué estás tan enojado? últimamente te vemos peleador, con cara de enojo.. ¿Qué pasa?"
Tus siete me parecieron diecisiete esta vez, y me reprendí a mi misma por mi falta de detalle, por mi poca memoria, y entonces me "descalcé" el alma para entrar en el sagrado lugar de tu tristeza, tan real, tan genuina, tan honda, tan injusta.
-Porque murió mi hermana y ya no la veo más -dijiste tras un respiro hondo y necesario para poder sacar fuera con una claridad admirable tus razones.
El diálogo continuó: de mi parte intentando hacerte saber que tenés razón de sobra para estar enojado, y animándote a sanar el corazón. De tu parte, con la constatación de que la vida de tu mamá y la tuya ya no son lo mismo desde aquel día. De que mamá antes era feliz pero ahora...
Y lo dijiste así, y se me heló el alma. Es demasiado. ¡Cómo no estar enojado! hablamos de tu hermana y sonreíste cuando te dije que ella era linda y "piola". -Sí!- dijiste, era muy piola, ella era buena- agregaste. Me contaste que hicieron locuras juntos. Te contesté que era lindo recordarla así, que ella vive en los recuerdos de las cosas que compartieron.
Era una conversación de adultos. A esta hora te traigo a mi rezo amiguito. Que la Auxiliadora arrope el alma de tu mamá y la tuya, y vuelvan pronto a la paz y la alegría.
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