sábado, 4 de noviembre de 2017

SALIR / ENTRAR...

Son días en los que lo más frágil de la vida se me pone entre manos, dónde lo injusto se va deshojando cerca mío para que lo VEA, para que abra los ojos; días para que la ternura se vuelva obligatoria sin segundas opciones; días para amar a contracorriente; días para que ese amor tome las formas de la paciencia y el silencio a veces, y de la voz en alto y la denuncia otras tantas. Días así, que nos atraviesan por completo si somos permeables, si nos dejamos a la intemperie de lo que otros viven, abandonando nuestro propio refugio (que es el propio vivir, con todo lo lindo y con todo lo que nos cuesta).

En esto último me había quedado. No diré nada muy luminoso, y lo anuncio ahora para que -si llegaste hasta acá- no deposites muchas expectativas en este post.

Esto de estar a la intemperie, casi como decir dejándose empapar por la VIDA de los otros, abiertos a la historia, descentrados del propio ombligo; debería ser -según lo veo- algo imprescindible. Digo que nadie debería estar tranquilo en su bonita vida si le está tocando atravesar una etapa así, ni amargado o preocupado de más -otra vez, por su propia vida- si es que transcurre una mala temporada.

SALIR. Esa es una buena clave. Salir y ver. Salir y conmoverse. Salir y celebrar. Salir y tomar dimensión de cuántas cosas se viven fuera de uno mismo. Y no quedarse en eso pués.
ENTRAR. Volver con todo eso a la verdad del corazón adentro. Desempacar sobre la mesa de entrada lo recogido en la experiencia del "afuera", y mirar con atención y corazón. (insisto con ♥) Verá que seguramente sienta deseos de abrazar la historia de otro, sienta tristeza verdadera por el dolor ¿ajeno? y alegría profunda por la realización o felicidad de algunos. Necesidad de rezar.
SALIR. Otra vez, claro, infinitas veces. Habrá limpiado la mirada y casi seguro, las propias cuestiones habrán ido encontrando cauce y respuesta. Quizás haya una nueva comprensión de las cosas, novedad en los encuentros, sacudón profundo a todo lo que arrastra la costumbre y la rutina.Y mirada en Alto, a esa dimensión que nos imana hacia arriba y nos mantiene erguida el alma.
ENTRAR. Siempre. Habrá recreado la valoración del propio mundo, no digo por contraste relacionado a lo mejor o peor que ha visto fuera; sino por la oportunidad de pararse de un modo distinto frente a las cosas que tocan vivir. 

Entrar y salir son los movimientos; uno mismo y los otros en su mismidad, los lugares. Y toda la vida entramada en ese recorrido y en ese modo de latir: sístole y diástole del pulso de Vivir y que valga la pena.




No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...