martes, 8 de septiembre de 2015

No podemos callar lo que hemos visto y oído!

Soy parte. Aunque en teoría inicio camino como "externa" o como "infiltrada", no pasa mucho tiempo, antes de que me descubra en el corazón de la fiesta, en el centro mismo de la experiencia.
Por encima de todo formulario, de mi intentos, de ciertas cláusulas que parecen dejarme fuera; la invitación me llega directo al alma en formato de deseo profundo, de necesidad de agradecer, de mi sed de celebrar con toda la alegría posible.
Sé bien Quien es el que me invita, y no voy a decirle que no. Yo misma le he pedido este detalle, y su Ternura no solo me concede el deseo, sino que además me regala privilegios y mimos que por muy lejos exceden lo que espero.
A pura sorpresa estoy. Me conmueve el sincronismo en los gestos que se suceden uno tras otro, como peldaños debajo de mis pies en ascenso directo a un paraíso precioso formado por canciones, amigos entrañables, encuentros, memorias, miradas, abrazos y alegría actualizada.
No puedo pedir más, me digo. Es demasiado! Parece que va a estallarme el corazón de la alegría. "Me veo y hasta siento envidia de mi misma" -como me decía alguien en estos días- porque parece increíble tanto regalo, estar uno mismo en esta marea de felicidad tan honda. ¡Qué hermoso es experimentarse tan dichoso de ser quien se es y de estar donde se está en ese momento!
Me zambullo en el sueño de alguien que "también me soñó". Vuelvo a empaparme de su vida, y la celebro porque se trata también de mi vida y del entramado hermoso que se ha tejido en el camino con las vidas de tantas personas que quiero y me quieren, que he encontrado o me han salido al encuentro. Un sueño que nos une, desde hace 200 años y para siempre. 
Desde muy dentro reafirmo mi propia identidad, vuelvo a encontrarme en mi familia, a reconocerme en el ADN de un carisma que me enamora, renazco a una alegría que no me podrá ser arrebatada, recupero las ganas de hacer vivir a otros esto que a mí se me ha dado a vivir y que llena de sentido mi modo de pasar por el mundo, encuentro reflejo en las miles de sonrisas y ojos brillantes de emoción que atraviesan el patio de los sueños, el patio cotidiano de nuestra entrega, soy testigo directo de la humanidad en su más bella expresión en los ojos, en las sonrisas, en las delicadezas que tienen mis hermanos para regalarnos a mí y a tantos otros.

Nadie puede robarnos la fiesta. Es verdaderamente NUESTRA, de todos, para todos los que queremos vivirlo así.

¡Nada como sentir que estoy en CASA! ¡Gracias Don Bosco! Tu vida, transformó la mía.


1 comentario:

mariana dijo...

que lindo es leerte!!!!!!Gloria a DIOS !

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