viernes, 28 de marzo de 2014

Sucesor de un soñador...

Hace un tiempo escribí esto en otro blog. Quiero traerlo hoy a este espacio, porque la persona a quien se lo escribí entonces está en estos días ocupando mi corazón y mi pensar de un modo especial, regalándome una alegría lindísima, llenando mi corazón de deseos de agradecer.


Traés en la profundidad de tu mirada el don de desaparecer corazas. 
Tu modo tan delicado de entrar en corazones ajenos, te vuelve inmediatamente amigo. Lo ajeno dura poco en vos. Pensarás que exagero si te digo que te siento familia.
Hablás suave, tu voz no trae estridencias ni provoca sobresaltos; y sin embargo hay en ella esa firmeza clara en la que se envuelven las palabras que hablan verdades, promesas que van a cumplirse, y discursos sin trampas. Te creo.
Tenés autoridad. No la que define un cargo, un rol, un lugar de jerarquía. Tu autoridad está tan vinculada a lo más humano de lo humano, que se me hace difícil imaginar cualquier intento de rebeldía o desacato hacia vos. Tu autoridad tiene tanto que ver con la ternura…
Te admiro. Y lejos de volverte inalcanzable por eso  (como la admiración que se tiene hacia algún tipo de famoso-estrella) te volvés entrañable, cercano, hermano, compañero.
Sí. Grandeza y pequeñez en vos son la misma cosa…
…tu GRANDEZA es SER PEQUEÑO.
(Ya sé de Quién me hacés reflejo)

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