miércoles, 16 de julio de 2014

del ser descubiertos, mirados, y llamados a la luz.


Se cubre con sus manitos, los ojos, y pregunta: "-¿dónde está Sofía?"
Sabe que la vemos, que la estamos mirando ahora. Toda ella está al descubierto pero piensa que si cubre sus ojos somos nosotros quienes no podemos verla.
Los ojos cerrados y tapados con sus manos, la hacen sentir lo suficientemente oculta. 

Entonces insiste: "¿Dónde está Sofía?". Porque no le basta con saberse mirada, necesita sentirse buscada. 

Ahora digo fuerte, alrededor de ella: "¿Sofía, donde estás?", se esfuerza por no moverse, se adivina una sonrisa nerviosa apenas escondida debajo de sus manos. 
Me acerco, y le rozo apenas el flequillo... "dónde estará Sofía" digo para que me escuche, insisto "dónde se habrá metido Sofía".  
Cada vez que la nombro sus manos están a punto de caer y devolverla a la luz.

Hasta que al fin... se destapa la cara, abre los ojos y dice con voz fuerte y alegre "acá está Sofía". Aplausos, alegría, abrazo y foto.

Fin del juego.


¡Gracias Sofía! En mi propio juego muchas veces ha habido algún otro que me ha llamado por mi nombre, que me ha mirado, y que se ha asegurado de que me supiera "buscada-mirada". Que me ha seguido el juego, que me ha esperado con paciencia de dioses, que no se ha movido de mi lado hasta que al fin decidiera o pudiera quitarme las vendas/manos (historias-pesadumbres-complejos-desilusiones...) de los ojos. Me han repetido de muchos modos, con otras palabras seguramente, pero con mismísima insistencia mi nombre y he sentido en sus maneras de nombrarme el deseo de encontrarme. 
He pasado de la inmovilidad de mis miedos y penas, a la tranquilidad que me regalaban las voces amigas que me llamaban a salir de la guarida.
Tu juego inocente, espontáneo, simple, me revela algo lindo y hondo: que fácil es dejarse encontrar, salir a la luz, cuando sabemos que hay alguien ahí mirando-buscándonos, esperando por nosotros, con nosotros, al lado nuestro para hacer fiesta. 
Ser encontrados para volver a ver. 

6 comentarios:

Marcos dijo...

Cuantos recuerdos me has revivido.

Analía dijo...

♥ ojalá sean lindísimos recuerdos Marcos! un abrazo.

Sejo dijo...

Me asombra tu capacidad de observar, de ver mas alla de un juego inocente. Sin lugar a dudas el Espíritu está contigo.
Pero este juego tambien me trae a la mento lo ingenuos que somos también los mayores.
Cuando hacemos algo mal, a escondidas, pensamos que nadie nos ve, que nadie se va a enterar, como cuando Adan y Eva comen de la manzana prohibida, o Caín mata a su hermano. Pero Dios siempre nos ve, no hay rincon alguno en todo el universo donde escondernos, ni en lo mas hondo del infierno, ni en lo mas profundo de nuestra alma, ahí está, siempre viéndonos, perdonándonos, esperando a que levantemos la cabeza y nos encontremos en su mirada.
Gracias Analia.
Un abrazo: Sejo

Analía dijo...

Gracias Sejo por tu huellita por este rincón, por cada palabra que me llega como un mimo al alma siempre; por regalar también tu luz. Abrazo!

Anónimo dijo...

Mi juego termina cuando escuche como la música más celestial el " y mamá ¿dónde está?"Tuyo hija. Estamos unidas por inmenso y fuerte hilo. Ligadas en un lazo en el espíritu que ninguna distancia ni crueldad humana van a romper. Porque cada segundo juntas me hace respirar cada segundo que estoy "escondida" porque me escondo del miedo, de la soledad, del dolor, y sólo quiero "salir" ver aparecer si pregunta tu voz "Y ¿dónde está mamá?"

Analía dijo...

gracias!!
El amor de madre/hija, casi siempre (sino siempre) SE ESCONDE EN EL CORAZÓN DE AMBAS.Hay veces que uno quisiera tener todas las señales al descubierto, pero hay tiempos para esa espera-esperanza, que se apoyan en la certeza de que en lo más sagrado del corazón ese amor es siempre la mejor parte del juego.

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