domingo, 5 de agosto de 2012

Querer y dejarse querer...

Abrir la puerta de la casa-corazón y salir al encuentro, animarse a llegar a otros, relacionarse,  ser cercano, cálido, querer; ponerse en movimiento, ir al encuentro, dar el primer paso, dejar señales para otros.

O bien...

Abrir la puerta de la casa-corazón y dejarse encontrar, dejarse "visitar", dejarse querer, recibir, ser uno el alcanzado, acoger, esperar, animarse a recibir.


Estas dos ideas van y vienen dentro mío hoy. Es que fui sorprendida con regalos de presencia y cariño, de cercanía y amistad; tantos y tan lindos que todavía no salgo de mi asombro, ni mucho menos del estado de alegría que ahora tengo.

Y pensaba que para esto último, de tener puertas abiertas y dejarse "visitar", se requiere más confianza que para ponerse en movimiento hacia otros. Implica dejar que un otro vea nuestra cotidianidad, también nuestro desorden, que irrumpa en cualquier momento,  implica una disposición a "estar" en casa para recibir, y una vulnerabilidad de donde ya no podría salirme; implica también un estar como se está sin disimulo. 
En casa uno ES como ES. 
Dejarse regalar gestos de presencia  y cariño es aceptar que otros me quieren como soy.

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