Viajar,
conocer otros paisajes, relacionarse con otra gente, salir del espacio
familiar, dejar de lado las actividades cotidianas, las obligaciones, los
relojes y sumergirse en un tiempo de
vacaciones, en formato "turista" por unos días.
Comparto hoy, apenas "anotaciones" que fui haciendo en uno de mis últimos viajes de vacaciones. Lo acabo de re-encontrar ahora mismo...
(de octubre 2011)
"Me
encontré en esta semana diciendo: -no me importan los tiempos, “no tengo nada más que hacer que estar acá”. Como si la única dimensión real, posible,
verdadera fuera el momento presente. Como si careciera de sentido hacer
cualquier ejercicio de memoria estando ahí, o pensar en la semana siguiente.
Nada más que estar acá. En tiempo real cada cosa se vive como única,
este paisaje, esta comida, esta conversación, este descanso, este despertar,
este pleito, este detalle, esta risa, esta emoción, esta opción…
Nada más que estar acá. Los vínculos se
vuelen espontáneos, nada sabemos de la
persona que viaja km de distancia con nosotros, conversamos como si nos
conociéramos de la vida, de siempre; compartimos almuerzos, paseos, fotos;
cuidamos en viaje a cada nene como si cada uno fuera un poco responsable por
todos ellos. Con la misma espontaneidad, termina la semana, y cuanto más habrá
alguna despedida más cálida hacia alguno, pero todo termina en el punto de
llegada. Sin transición, sin más aviso, sin culpa ni reparo de ningún tipo.
Nada más estar acá. Cada acción está
dentro de un plan de viaje diseñado, organizado, cronometrado, y dirigido por
un coordinador y una empresa. Hay margen, claro, para las decisiones
personales, optar participar o no en tal o cual propuesta; pero los márgenes de
tiempo casi nunca son los necesarios para cada uno. La comodidad de que otro piense el viaje por
mí, y aparente resolver las contrariedades de mi estadía se vuelve incómoda; es
el precio de “nada más estar acá” de esta manera, como turista.
Nada más estar acá. Por momentos imagino
mientras lo digo cada vez, que es casi un paraíso vivir de esa manera “estando
así sin más en el presente”; pero no es cierto, no es real, no es posible vivir
de esa manera. La vida, el presente incluso, está lleno de memorias, de afectos
con historia, de imágenes que traemos de antes, de procesos, de ciclos, de
futuro, de sueños, de metas, de horizontes, de rumbos, de expectativas, de
incertidumbres."
(de julio 2012)
Me releo. Cuando lo escribí reparé especialmente en la fuerza de "estar acá". Me parecía que, aún con sus lados incómodos, esto de ir como turistas aportaba mucho de espontaneidad, de flexibilidad, de no preocupación, de cierta frescura. Sobre todo el valor de vivir el momento presente, que por todos lados estos días se anuncia como primordial.
Ahora al releer, la frase que me hace eco más intenso es "NADA MÁS..."
Un nada más que me anuncia lo poco que parece ser "estar acá"...como un "apenas" estar acá.Y pienso (porque a veces pienso). "Nada más estar acá" se cae no por la posibilidad de vivir el presente, sino por el "cómo" vivir ese presente, por el modo de hacerlo. Y un cómo como turista es lo que me hace ruido. El turista no se compromete. El turista mira, se deslumbra, se asombra, se maravilla, se divierte, socializa, se pone en movimiento, etc, pero de un modo un tanto artificial. Nada de lo que ahí está ocurriendo lo compromete más allá del tiempo en que dure la experiencia de viaje. Es fugaz. Aún cuando el destino sea elegido, toda la experiencia está ya armada sin atención al deseo o necesidad particular de cada viajero. Se vuelve impersonal. Se vuelve un recorte en la vida de cada uno. Recorte que poco tiene que ver con los días previos, y poco tendrá que ver con el día siguiente al viaje.
En estos días pienso mucho en el valor del tiempo presente, de aceptar la realidad que vivo intentando no quedarme aferrada a lo que no será o no fue, celebrando que la historia vivida me trajo hasta esta parte del camino, y celebrando también que este punto en el que hoy estoy, es el punto exacto desde donde he de partir al paso siguiente -que es futuro, y que aún desconozco- El presente tan entramado con la historia y con la esperanza. Ese presente lejos de ser un "nada más estar acá", es la maravillosa experiencia de "mucho más que estar acá". No quiero vivir la vida como turista. Hay tantas otras formas de transitar el camino.
Si leíste hasta acá me gustaría preguntarte cuál es tu modo de transitar la vida o cuál te gustaría que fuera; y si tenés ganas lo compartas. Si querés, claro...
Abrazos.
2 comentarios:
Termino de escribir y me voy a la columna de la derecha a hacer el recorrido habitual por las últimas entradas de mis "recomendados"; y me encuentro con esto, un regalo que sintoniza absolutamente con el corazón de lo que escribí. Gracias José Chamorro por compartir tu viaje. Me tomo el permiso de compartir el enlace de tus intuiciones de camino:
http://desdelaquietud.blogspot.com.ar/2012/07/actitud-en-la-vida-y-un-viaje-en-tren.html
¿Sabés que estuve leyendo un libro que escribió una de nuestras hermanas -se llama 'Reparar el corazón'- sobre una espiritualidad del corazón, y una de las notas que pone es que es necesario saber 'mirar', mirar como mira Jesús, mirar desde el Corazón de Jesús, que es justamente una mirada profunda, no una 'mirada superficial como es a veces la mirada turista'.
Me resonó mucho aquello al leer esto tuyo.
Un abrazo.
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