Que lindo si pudiéramos preparar el corazón para que esta Navidad no nos pase por encima sin que nos demos cuenta. Que lo más importante de este tiempo sea Jesús y no nosotros, que sea su venida y su presencia lo que nos motive desde dentro a esperar y crecer en las actitudes, en la oración, en los gestos concretos. Que nuestro orgullo no nos haga creer que por buenos y "santos" Jesús viene a nosotros. Él viene a traernos VIDA, de la buena!! Que Él nos ayude a tener un corazón deseoso de su Presencia y su venida, con todo lo que tengamos dentro (aún lo que no pareciera tan digno, tan "prolijito" tan "acogedor"). Se hace lo que se puede...Él hará la mejor parte. Confiar y esperar...
Les comparto un texto de A.Grün, del libro "Vivir en el Espíritu de la Navidad".
"Jesús fue dado a luz en un corral "porque no tenían sitio en el alojamiento" (lc 2,7) Desde la Edad media los artistas han representado con predilección el corral en el que Jesús fue dado a luz. Evidentemente la imagen del corral los conmovía mucho. también para el psicólogo suizo C.G.Jung es el corral un símbolo importante. Él opina que el ser humano debe recordar que él es solo el corral en el cual Dios es dado a luz, y no el palacio que con gusto quisiera ofrecer a Dios. Allí donde se ponen los animales, allí tiene lugar el nacimiento de Jesús. Donde viven los seres humanos, donde se sienten en casa, allí están las puertas cerradas. El establo representa el ámbito en nosotros en el que habitan los animales, es decir, los instintos, las pulsiones, la vitalidad, la sexualidad. lo que más quisieramos es ocultar de nosotros mismos y de los seres humanos este ámbito "animal". Nos avergonzamos de él dado que no lo dominamos. no es limpio. No huele agradablemente. No está quimicamente depurado. Incluso si se limpia, el corral recuerda a excremento y orina. Preferimos no ver eso. Nos resulta penoso. Pero exactamente allí es donde Dios quiere ser dado a luz en nosotros.
no encontramos a Dios en primera instancia donde trabajamos, donde instalamos nuestro hogar, donde invitamos a otros seres humanos, sino en nuestro corral. Eso exige de nosotros humildad. Necesitamos el valor de abrir para Dios el propio corral. Solo cuando ofrezcamos a Dios TODO lo que hay en nosotros, Dios entrará en nosotros. Él no se contenta con vivir sólo en nuestras habitaciones de huéspedes prolijamente arregladas. Él quiere descender a lo profundo de nosotros. Él quiere alumbrar también nuestras oscuridades. En las imagenes de Navidad, la luz que sale del Niño ilumina el corral, y sumerge todo en una suave luz.
Donde está el niño Dios todo puede ser, allí TODO lo humano se torna afable y bueno."
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