domingo, 27 de enero de 2008

ToDo TuYo!


Gracias, Señor,

porque me ayudas a romper mis cadenas.
Me conoces por dentro y por fuera
y sabes muy bien todo lo que me ata
y me impide seguirte por entero,

sin condiciones.

Tú quieres habitar en mi corazón.
Has llamado, has entrado
y me has dicho:

«Conmigo lo puedes todo».
Algo dentro de mí empieza a cambiar
y mi alma, que sin ti estaba muerta,
comienza a revivir al sentir tu presencia.

¡Qué bueno eres conmigo, Señor!
¡Con qué cariño me mimas!

¡Con qué amor me miras!
A pesar de alejarme tantas veces de ti,
tú no dejas de estar a mi lado.
A pesar de despreciarte en múltiples ocasiones,
tú no te alejas ni un solo momento de mí.
A pesar de todo, Señor, a pesar de todo,
siempre estás conmigo.

Aunque yo parezca más fuerte que tú,
tu bondad y tu amor pueden conmigo.


A veces parece imposible que pueda cambiar,
pero ahí estás tú, Señor,

rompiendo mis cadenas.
Rompiendo todas las ataduras que me alejan de ti.
Por eso, Dios mío,

te puedo decir con el corazón en la mano
que aquí estoy, todo tuyo.


Contigo estoy vencido, Señor.
Por más que luche, tú acabas conquistándome.
Contigo nunca me perderé.
Por más que ame lo que tú no amas,
cuando te siento en mi alma
termino amando lo que tú amas.

Tu mano poderosa me va cambiando por dentro.
Soy todo tuyo.
Tu brazo poderoso me aleja de las vanidades que me rodean.
Soy todo tuyo.
Tu mirada profunda, llena de amor, me arrastra hacia ti.
Soy todo tuyo.

Poco a poco, sin que me dé cuenta,
vas ganando terreno en mi alma
y acabas venciéndome y liberándome a la vez.


Y, ahora, Señor, que estás dentro,
puedo decirte que tu presencia es más dulce que la miel,
más dulce que cualquier placer.
Ahora, Señor, que estás dentro,
puedo decirte que tu presencia es más íntima
que mi misma intimidad;
más grande que cualquier grandeza;
más hermosa que cualquier hermosura.

Aquí estoy, sólo para ti,
porque me haces libre de verdad;
porque rompes todas las cadenas que me atan;
porque me has traspasado el corazón
y te he amado,
porque te he gustado
y ardo en deseos de tu amor.


Aquí estoy, sólo para ti, mi Dios.
Aquí estoy, sólo para ti, porque eres mi Señor.
Aquí estoy, sólo para ti. Eres mi Salvador.
Aquí estoy, todo tuyo, sólo para ti.


Fuente:www.marianistas.org/oración

5 comentarios:

Sombra dijo...

muchas gracias por tus palabras.
son muy sinceras y muy francas.

te dejo un beso.

Anónimo dijo...

"Tu presencia es más íntima que mi misma intimidad".¡Es tan verdad! y tan difícil de explicar y contar, que me parece un sueño TODA la oración.
Gracias por traerla hasta mí, Ana. No nos vemos pero te cuento que tengo unos hermosos días de familia y playa y cumples. Cariños a las tres.

Recursos para tu blog - Ferip - dijo...

Conozco esa entrega, a los brazos del Maestro.
Conozco sentirme impotente, y que me sostenga...
Conozco la voz de su Espíritu, susurrando verdades...

Gracias por estas palabras!!!
Analía, lo de ir corriendo límites....que comentaste en mi blog, qué cierto!!!!!
Gracias por tu sabio comentario.
Un abrazo en el Amor de Jesús! ♥

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Analía dijo...

Santiago, Alicia, Ferípula, Isaqui...Gracias por sus huellas...y por sus propios ecos en esta oración tan linda.

Feri, tu última entrada me movilizó bastante, y me hizo bien darme cuenta cuánto hay ya sanado y perdonado en mi propia historia.

Isaqui, mil gracias por este nuevo blog, estoy sorprendida por el gesto tan bonito que has tenido al compartir. GRACIAS!

Bendiciones a cda uno!

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