lunes, 18 de febrero de 2013

PAISAJE (diario de viaje III)

Por momentos es un orillarse al paisaje, un dejarse envolver sin más, un descansar que nos implica el corazón entero, y un deseo imposible de silenciar: dejarse embriagar en/por/con tanta belleza.


Otros momentos nos implican más el cuerpo, poner fuerza y voluntad en movimiento, experimentar un ir más allá de nuestro límite -o al menos el que hasta entonces creíamos que lo era-.

Un tiempo de tomar conciencia del cuerpo y de los propios pasos en contacto inmediato con el suelo que se pisa, el cielo que se mira, este aire, este sol...


Descanso y cansancio, quietud y movimiento, estar y partir/llegar, visitar-conocer-pasear, ser turista en algunos sitios y huésped en otros, ser extraño algunas veces y sentirse como en casa tantas otras. 

Sorprenderse, animarse,cansarse,divertirse, emocionarse, silenciarse, distraerse, encontrarse, distenderse, conectarse...
Y no sé bien como es la historia: si es uno el que se abre a tanta hermosura, o es el paisaje quien se nos abre en posibilidad de acogernos en tanta belleza. 



La experiencia de estos días me confirma más la segunda posibilidad, me saca de ser el centro, me "descentra" y me invita a ser parte de lo creado, a ser parte de  lo bello.



Me siento rodeada, participando, homenajeada, acogida, hospedada de algún misterioso modo bajo este cielo, en esta montaña, en este lago, en este río, en este sendero: huésped de privilegio en el mundo.



Solo cabe decir: GRACIAS SEÑOR por tanta maravilla que me regalás vivir. 
El corazón desborda gratitud.


1 comentario:

Candela dijo...

Cauntas verdades en tu texto. Descubrir la belleza exterior de nuestro entorno favorece a desarrolar nuestro yo interior , nos hace crecer y nunca estamos solos porque los sonidos del viento que sopla , las aves que cantan , las flores que se arrullan en su tallo... todo forma parte de una canción, una melodía llena de amor bendecido por un Ser Superior.Un abrazo

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