y la sensación que inunda el corazón cuando sucede,
viniera a despertarnos en el camino,
viniera a recordarnos el comienzo
cuando llevados casi por inercia
andábamos desanimados y perdidos;
y al "despertar" ahora, uno se descubra
tan lleno de corajes, con sueños renovados,
con sentido.
Podría ser, me digo,
que haber quedado solo
tras haber disfrutado la experiencia
de estar acompañado en el camino,
ayudara a afirmar el propio paso
a medir el límite, a asentar lo aprendido,
y renovar en lo más hondo los motivos.
Podría ser, que la nostalgia,
no sea más que una especial forma de cariño;
si recuerdo y sonrío,
si me siento feliz,
si bien dentro el corazón conserva
los gestos, las palabras, la vida acompañada...
en forma de latidos.
Podría ser, que entonces despedir-despedirnos,
nos regale crecer, no ponernos tan cómodos, no instalarnos,
y recree por dentro un corazón mucho más agradecido.
Podría ser, nos impulse a un nuevo movimiento.
(Mientras tanto se gesta la ilusión del reencuentro.)
2 comentarios:
¡Claro que podría ser!
Está en nosotros.
Me encantó la poesía.
¡Qué bonito, Analía!. Una despedida como tú la sientes ... nunca es despedida. Un abrazo con mucho cariño
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