jueves, 13 de octubre de 2011

En mitad de Camino...




Ahí vas, a mitad de camino, acumulando cansancios, frustraciones, algunas desconfianzas e impaciencias.Todo se vuelve especialmente agobiante, arduo, duro. 
Ahora sí todo denota que en la mochila hay demasiadas cosas de las que desprenderse.
¿En qué momento la carga se fue haciendo pesada? ¿En qué parte del camino dejaste de disfrutar del paisaje? 
Es tiempo de un descanso. Urge parar, sentarse por un rato en la orilla del camino, dejar la marcha, otear el horizonte. Recordar qué te trajo hasta acá, qué señales, qué brújula interior, qué sentidos. Recordar los pasos, los trayectos, los hallazgos, las cosas que fuiste dejando atrás, las compañías. Recordar aquel primer impulso que te puso en camino.
Y ahora sí con la memoria vívida de aquello preguntarse el presente.
¿Qué cosas te distraen? ¿Qué urgencias te nublan la mirada? ¿Por qué lo cotidiano casi no maravilla? ¿Por qué donde antes casi los pies alzaban vuelo, ahora apenas se arrastran pesándoles la historia, el camino, lo propio, lo ajeno, y tanto más? ¿Dónde, a qué altura, en que nueva encrucijada de camino te vuelve la energía y la alegría? ¿Cuándo fue que te llenaste de defensas, interponiendo al encuentro desconfianza?

Ya ves. Sí es tiempo de descanso. Por un rato no más...
Y después seguir andando, con aire renovado, con menos peso en la espalda, con la mirada en alto, con los senderos más abiertos, con el corazón mejor dispuesto.




Yo sigo, "te espero o espérame ya nos encontraremos" (como dice un canto de Meana que tanto me gusta, y que les dejo)



Te espero, no porque haya llegado a ningún lado;
sí porque el mismo Monte creo que vamos subiendo.
Y te espero a mi lado en un trecho del viaje,
o al menos, allá arriba estar juntos espero. oh...

Conozco cierto paso de ciertos montañeses,
y por eso enseguida te supe de los nuestros.
Aún sin verte, “saberte” me estimula y alegra...
¡saberte repechando, con eso ya te quiero!

Felices y seguros de que ésta es la Montaña,
el doloroso ascenso nos acerca en secreto.
Porque perteneciendo a este sólo Camino,
te espero, o esperame…¡Ya nos encontraremos!

Es esto sencillito lo que hay en mi mirarte:
esperarte sin celos, sin plazo y sin apremio;
y a la vez tan seguro de que somos hermanos,
y que lo que nos une es de aquí y es eterno.

1 comentario:

Jinete de Estrellas dijo...

Cuando la mirada pesa y los sueños se transparentan, cuando la rutina encorva nuestra alegría, y el cansancio cotiza demasiado alto, cuando los pájaros dejan de cantar a las mañanas y parecen ser verdugos de un descanso enano, es tiempo de arremangar prejuicios y emprender el vuelo. Nunca es demasiado tarde para reencontrarse.
Buen descanso, Ana.

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